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Llevada la cuestión a este punto de vista, la resolución es muy
sencilla: la perfección de la sociedad consiste en la organización más a
propósito para el desarrollo simultáneo y armónico de todas las
facultades del mayor número posible de los individuos que la
componen. En el hombre hay entendimiento, cuyo objeto es la verdad;
hay voluntad, cuya regla es la moral; hay necesidades sensibles, cuya
satisfacción constituye el bienestar material. Y así, la sociedad será
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tanto más perfecta, cuanta más verdad proporcione al entendimiento del
mayor número, mejor moral a su voluntad, más cumplida satisfacción de
las necesidades materiales
174. Ahora podemos señalar exactamente el última término de los
adelantos sociales, de la civilización, y de cuanto se expresa por otras
palabras semejantes, diciendo que es:
La mayor inteligencia posible, para el mayor número posible; la
mayor moralidad posible, para el mayor moralidad posible, para el mayor
numero posible; el mayor bienestar posible, para el mayor número
posible.
Quítese una cualquiera de estas condiciones, la perfección
desaparece. Un pueblo inteligente, pero sin mo ralidad ni medios de
subsistir, no se podría llamar perfecto; también dejaría mucho que
desear el que fuese moral, pero al mismo tiempo ignorante y pobre; y
mucho más todavía si, abundando de bienestar material, fuese inmoral e
ignorante. Dadle inteligencia y moralidad, pero suponedle en la miseria:
es digno de compasión; dadle inteligencia y bienestar, pero suponedle
inmoral: merece desprecio: dadle, por fin, moralidad y bienestar, pero
suponedle ignorante: será semejante a un hombre bueno, rico y tonto:
lo que ciertamente no es modelo de la perfección humana.
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CAPÍTULO XXII
Algunas condiciones fundamentales en toda organización social
175. El poder público tiene dos funciones: proteger y fomentar:
la protección consiste en evitar y reprimir el mal; el fomento, en
promover el bien. Antes de fomentar, debe proteger: no puede hacer el
bien, si no empieza por evitar el mal. Esto último es más fácil que lo
primero; porque el mal, en cuanto perturba el orden de una manera
violenta, tiene caracteres fijos, inequívocos, que guían para la
aplicación del remedio. Todavía no se sabe con certeza cuáles son los
medios más a propósito para multiplicar la población: es decir, que es
un misterio el fomento de la vida; pero no lo es su destrucción violenta:
el homicidio no da lugar a equivocaciones. La producción y
distribución de la riqueza es un fin económico, para el cual no siempre
se han conocido los medios, ni se conocen del todo ahora; pero la
destrucción de la riqueza es una cosa palpable: desde el origen de las
sociedades se ha castigado a los incendiarios. Los medios de adquirir
una propiedad pueden estar sujetos a dudas; pero no lo está el despojo
que el ladrón comete en un camino, o asaltando una casa.
176. Sin embargo, ni aun en las funciones protectoras son siempre
tan claros los deberes del poder público, como en los ejemplos
aducidos; porque la protección, no sólo se encamina a impedir la
violencia, sino también todo aquello que de un modo u otro ataca el
derecho, lo cual produce dificultades y complicaciones. A primera vista
parece que la sociedad política debe considerarse como otra cualquiera,
en que cada miembro lleva su caudal, para percibir su ganancia o
exponerse a la pérdida; pero en esta comparación no hay cumplida
exactitud; pues que algunos de los derechos principales, entre ellos el
de propiedad, si preexisten en algún modo a la organización social, se
hallan en un estado muy imperfecto. Así hay muchas cosas en la
sociedad que el individuo no lleva a ella, sino que nacen de la misma;
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por lo cual es necesario prescindir de la comparación, y dar a la ciencia
del derecho público una base más ancha, cual es la que llevo indicada
(174)
El hombre individual tiene el deber de conservar la vida y la salud,
de atender a sus necesidades, y desenvolver sus facultades en el orden
físico, intelectual y mo ral, con arreglo al dictamen de la razón, reflejo de
la ley eterna. Estos objetos no puede alcanzarlos viviendo enteramente
solo, y así necesita reunirse con otros para el auxilio común. Esta
asociación, de la cual resultan tantos bienes (cap. XX), ofrece, sin
embargo, el inconveniente de limitar en ciertos puntos ese mismo
desarrollo, porque, obrando simultáneamente las facultades de los
asociados, la ext ensión del ejercicio de las de uno es un obstáculo para
la dilatación de las del otro.
Un sistema de ruedas en una máquina produce efectos a que no
alcanzaría una sola: hay más fuerza, más regularidad, mejor aplicación
del impulso, más garantías de duración; pero estas ventajas no se
consiguen, sin que cada rueda pierda, por decirlo así, una parte de su li-
bertad, pues que, para concurrir al fin, es necesario que todas se
subordinen a las condiciones del sistema general.
177. Ni la protección ni el fomento pueden realizarse sino bajo
ciertas condiciones que limitan en algún mo do la libertad individual;
limitación que se compensa abundantemente con los beneficios que de
ella dimanan. Las condiciones fundamentales de la organización social
re harán palpables con algunas explicaciones.
Si el hombre viviera solo, atendería a sus necesidades echando
mano de los medios que le ofreciese la naturaleza; cogería el fruto del [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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Llevada la cuestión a este punto de vista, la resolución es muy
sencilla: la perfección de la sociedad consiste en la organización más a
propósito para el desarrollo simultáneo y armónico de todas las
facultades del mayor número posible de los individuos que la
componen. En el hombre hay entendimiento, cuyo objeto es la verdad;
hay voluntad, cuya regla es la moral; hay necesidades sensibles, cuya
satisfacción constituye el bienestar material. Y así, la sociedad será
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tanto más perfecta, cuanta más verdad proporcione al entendimiento del
mayor número, mejor moral a su voluntad, más cumplida satisfacción de
las necesidades materiales
174. Ahora podemos señalar exactamente el última término de los
adelantos sociales, de la civilización, y de cuanto se expresa por otras
palabras semejantes, diciendo que es:
La mayor inteligencia posible, para el mayor número posible; la
mayor moralidad posible, para el mayor moralidad posible, para el mayor
numero posible; el mayor bienestar posible, para el mayor número
posible.
Quítese una cualquiera de estas condiciones, la perfección
desaparece. Un pueblo inteligente, pero sin mo ralidad ni medios de
subsistir, no se podría llamar perfecto; también dejaría mucho que
desear el que fuese moral, pero al mismo tiempo ignorante y pobre; y
mucho más todavía si, abundando de bienestar material, fuese inmoral e
ignorante. Dadle inteligencia y moralidad, pero suponedle en la miseria:
es digno de compasión; dadle inteligencia y bienestar, pero suponedle
inmoral: merece desprecio: dadle, por fin, moralidad y bienestar, pero
suponedle ignorante: será semejante a un hombre bueno, rico y tonto:
lo que ciertamente no es modelo de la perfección humana.
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175. El poder público tiene dos funciones: proteger y fomentar:
la protección consiste en evitar y reprimir el mal; el fomento, en
promover el bien. Antes de fomentar, debe proteger: no puede hacer el
bien, si no empieza por evitar el mal. Esto último es más fácil que lo
primero; porque el mal, en cuanto perturba el orden de una manera
violenta, tiene caracteres fijos, inequívocos, que guían para la
aplicación del remedio. Todavía no se sabe con certeza cuáles son los
medios más a propósito para multiplicar la población: es decir, que es
un misterio el fomento de la vida; pero no lo es su destrucción violenta:
el homicidio no da lugar a equivocaciones. La producción y
distribución de la riqueza es un fin económico, para el cual no siempre
se han conocido los medios, ni se conocen del todo ahora; pero la
destrucción de la riqueza es una cosa palpable: desde el origen de las
sociedades se ha castigado a los incendiarios. Los medios de adquirir
una propiedad pueden estar sujetos a dudas; pero no lo está el despojo
que el ladrón comete en un camino, o asaltando una casa.
176. Sin embargo, ni aun en las funciones protectoras son siempre
tan claros los deberes del poder público, como en los ejemplos
aducidos; porque la protección, no sólo se encamina a impedir la
violencia, sino también todo aquello que de un modo u otro ataca el
derecho, lo cual produce dificultades y complicaciones. A primera vista
parece que la sociedad política debe considerarse como otra cualquiera,
en que cada miembro lleva su caudal, para percibir su ganancia o
exponerse a la pérdida; pero en esta comparación no hay cumplida
exactitud; pues que algunos de los derechos principales, entre ellos el
de propiedad, si preexisten en algún modo a la organización social, se
hallan en un estado muy imperfecto. Así hay muchas cosas en la
sociedad que el individuo no lleva a ella, sino que nacen de la misma;
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del derecho público una base más ancha, cual es la que llevo indicada
(174)
El hombre individual tiene el deber de conservar la vida y la salud,
de atender a sus necesidades, y desenvolver sus facultades en el orden
físico, intelectual y mo ral, con arreglo al dictamen de la razón, reflejo de
la ley eterna. Estos objetos no puede alcanzarlos viviendo enteramente
solo, y así necesita reunirse con otros para el auxilio común. Esta
asociación, de la cual resultan tantos bienes (cap. XX), ofrece, sin
embargo, el inconveniente de limitar en ciertos puntos ese mismo
desarrollo, porque, obrando simultáneamente las facultades de los
asociados, la ext ensión del ejercicio de las de uno es un obstáculo para
la dilatación de las del otro.
Un sistema de ruedas en una máquina produce efectos a que no
alcanzaría una sola: hay más fuerza, más regularidad, mejor aplicación
del impulso, más garantías de duración; pero estas ventajas no se
consiguen, sin que cada rueda pierda, por decirlo así, una parte de su li-
bertad, pues que, para concurrir al fin, es necesario que todas se
subordinen a las condiciones del sistema general.
177. Ni la protección ni el fomento pueden realizarse sino bajo
ciertas condiciones que limitan en algún mo do la libertad individual;
limitación que se compensa abundantemente con los beneficios que de
ella dimanan. Las condiciones fundamentales de la organización social
re harán palpables con algunas explicaciones.
Si el hombre viviera solo, atendería a sus necesidades echando
mano de los medios que le ofreciese la naturaleza; cogería el fruto del [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]